Era junio
de 1984.
Regresábamos en marcha fúnebre algunos compañeros de jugar un partido con nuestro equipo, el Loyola,
bordeando el río Urumea de San Sebastián cuando a una distancia de un par de
kilómetros sonó un puto estruendo booommmm y ascendieron las señales de humo.
- Otro
pepino- dijo uno de los nuestros.
Yo tenía
que coger el bus interurbano para regresar a casa de mis padres, en
Fuenterrabía.
Aquello
parecía un amanecedero* y el discjockey escupía una claustrofóbica sesión de música
electrónica con las sirenas de los vehículos de auxilio.
Sentado en el autobús verde guardia civil y a la entrada de Rentería,
uno de los pueblos mas malolientes del mundo, tres o cuatro tipos encapuchados
se cruzaron en la carretera con las manos en alto; el conductor frenó
bruscamente hasta parar y abrió la puerta; uno de los chavales subió
y gritó a los pasajeros en euskerañol**:
- Alde hemendik, todo dios a
la puta calle, vamos a cruzar el autokar para quemarlo-
Una señora
mayor quiso preguntar y el aprendiz de etarra le contestó que se diera prisa en salir, que ellos únicamente iban a cumplir con su trabajo.
Antes de
que hubiéramos desalojado, los que estaban afuera comenzaron a lanzar piedras
a los cristales hasta dejar los marcos de las ventanas limpios.
Nadie se extrañó, era el pan de cada día.
Llamé al
viejo desde una cabina para que viniera a buscarme.
Por aquel entonces, lo que
mas me gustaba era el fútbol; tenía catorce años y aunque las pajas ya estaban muy presentes, si me ponían un partido, lo dejaba todo.
Soy
guipuzcoano y español y desde que tengo uso de razón siempre he querido que
España pierda.
No penséis que me iba ese rollo de los jodidos tajados de los nacionalistas del
PNV y menos de EGI***.
Tampoco
sentía simpatía por los burgueses de Jarrai**** aunque
en el pueblo había una rubia abertzale con unos pechos acantilados que nos
ponía como motos.
Ironías de la vida, su madre era la directora de la sucursal
del Central Hispano.
Sólo he votado una vez, al cumplir los dieciocho; lo tomé como la pérdida de la virginidad y fue a Euskadiko Ezkerra; creía que buscaban la igualdad de la gente y la dignidad de los trabajadores; además el nombre sonaba de pelotas: esa fuerza en las erres y las kas.
Lo que me
molestaba de la selección española era todo lo que la rodeaba: periodistas,
forofos, falsos patriotas, Manolo el del bombo, ...
Existía una
única situación en la que quería que España ganara: contra los argentinos.
El 24 de
junio de ese año, Dinamarca y España se enfrentaban en las semis de la Eurocopa de Francia.
Tenía muy claro con quién iba.
No pude separar
los ojos de la televisión con la apariencia ácrata del juego danés; aquello era otra
cosa distinta a lo que se estilaba.
Uno de los
ídolos del que era y es mi equipo, la Real
Sociedad de San Sebastián, el portero Arconada, hizo un
partido extraordinario y España se clasificó en los penaltis por cinco a
cuatro.
Yo ya tenía selección para el resto de la vida y no era la del país en el que había nacido.
Me sé la
alineación de memoria*****.
Dos años
después fiché por la
Real Sociedad para jugar en su equipo de categoría infantil.
Yo era un
defensa central que le pegaba con ambas piernas, con buen desplazamiento de
balón, sin nada de regate pero con una cojonuda capacidad de anticipación.
El 9 de
los rivales solía acabar desesperado con mis marcajes.
El carácter
introvertido no jugaba a mi favor y no pasé a juveniles.
En el
Mundial de México de ese año, 1986, Dinamarca destrozó a sus rivales en la fase
de grupos -Alemania, Escocia y Uruguay- y se enfrentó de nuevo con España en
octavos de final: no quiero recordar nada de aquel partido pero estuve más de dos
meses sin cascármela.
Aquella
magnifica selección, al norte del norte, contribuyó en mi plan de evasión frente a la puta
jaula de grillos que era la sociedad de entonces.
Para aquel
chaval, los años de plomo fueron los de la dinamita danesa******.
* un after hour para un latino.
** mezcla paleta utilizada por los que estudiaban en euskera y no dominaban bien la lengua castellana.
*** la panda de pijos de las juventudes nacionalistas vascas.
**** cachorrillos de Herri Batasuna, el representante político de los terroristas de ETA (Euskadi ta Askatasuna).
***** Qvist; Sivebaek, Morten Olsen, Nielsen y Busk; Arnesen, Bertelsen, Soren Lerby y Berggreen; Michael Laudrup y Preben Elkjaer Larsen; no me olvidaré de otro que solía ser titular algunas veces, el pequeño regateador Jesper Olsen.
****** así se conoció a aquella esplendorosa generación de jugadores nórdicos.
****** así se conoció a aquella esplendorosa generación de jugadores nórdicos.
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