¿ Sabes
cuánto tiempo está en el aire un balón desplazado horizontalmente de banda a
banda, es decir, unos setenta y cinco metros de distancia?
En esos cuatro
segundos y pico puedes sufrir un ataque de miocardio mortal.
¿ Y lo que
tarda en tirarse un penalti decisivo desde que se pita hasta que el balón sale
de la bota del lanzador?
A pesar de
que te parezca un margen escaso, tienes
de sobra para echar un buen polvo.
Durante lo eterno
de un rondo de los jugadores de la selección española en el centro del campo, sin
apenas avanzar, en cualquier partido del Mundial de Rusia 2018, te da para ir
al supermercado, hacer la compra y de regreso a casa, tomar un par de cervezas.
La
pelota seguirá por ahí, ebria.
Diego
Armando Maradona se deshizo en sólo once segundos de siete tipos ingleses en un
zigzag frenético desde su cancha con el balón pegado al pie para meter el gol
más bello de la historia del fútbol.
México 86´.
El mismo
Diego gastó la mitad en hacerse una raya y mandar a freír espárragos su
carrera como persona.
El
anochecer del 29 de mayo de 1985 –y en apenas ochenta minutos- treinta y dos
aficionados italianos, cuatro belgas, dos franceses y un británico murieron en
lo que se conoce como la tragedia de Heysel.
Ocurrió en la disputa de la final de la Copa de Europa entre la Juventus y el Liverpool.
Asfixia, pisotones, aplastamientos, cráneos rotos, navajazos y cuerpos
atravesados por hierros.
Seiscientos heridos.
En la
millonésima parte de ese tiempo, un tipo da una orden y todo se va al carajo.
Viene
reflejado en el reglamento que noventa minutos son un partido, en dos partes de
cuarenta y cinco.
No hagas
caso.
Lo del
fútbol dura lo uno quiera, como la vida.
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